¿ Estamos yendo hacia un Procomún Colaborativo?

Por: Macarena Clavero Correa y Daniela Quinteros Piltaver

Actualmente vivimos en la era geológica del Antropoceno, la que se define como “una nueva época de la Tierra, consecuencia del despliegue del sistema urbano-agro-industrial a escala global, que se da junto con un incremento poblacional mundial sin parangón histórico. Todo ello ha actuado como una auténtica fuerza geológica con fuertes implicaciones ambientales” (Fernández, 2011, p.9). Pensar un mundo donde nuestro planeta sea capaz de regenerar todo lo que la población consume es un desafío apremiante, pues según las cifras emanadas desde el Informe de Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (2019), muestran que si la población mundial aumenta de los 7.700 millones actuales a 9.600 millones de personas al 2050 manteniendo el nivel de consumo actual, la Tierra verá reducida su capacidad de regenerarse a un tercio. En otras palabras, se necesitarán tres planetas tierra para solventar la forma de vida que ha forjado la especie humana, lo que se traduciría en la imposibilidad de sostener la vida. A continuación, se presenta un video de la empresa Acciona que da cuenta de la necesidad de generar un cambio con perspectiva sostenible. 

Un modelo alternativo: Procomún Colaborativo

Con el ánimo de aportar a la resolución de la problemática, el investigador Jeremy Rifkin (2014) sugiere que, a partir del desarrollo de los procesos tecnológicos en miras a la optimización y eficiencia en el uso de los factores productivos, el costo de elaborar bienes y servicios va a tender a cero, lo que desembocaría en la oferta de los mismos fuera de los parámetros mercantiles regidos por el principio de la escasez de recursos, desplegando entonces su distribución en abundancia. En paralelo, este proceso se vería robustecido a través de la creciente atmósfera de solidaridad y empatía que, en palabras del autor, ha comenzado a situarse en las nuevas generaciones de jóvenes, que ven en estos aspectos la fórmula para vivir en mayor plenitud, que viviendo bajo intereses materialistas y ambiciosos. En síntesis, sería el declive de los costos operacionales de producción gracias al desarrollo de las tecnologías, junto a lo que Rifkin domina “colaboratismo” de la juventud, los factores que harían gestar un nueva economía con un eje articulado en la sostenibilidad.   

Rifkin (2014) predice que el Procomún Colaborativo sería el modelo económico sucesor al capitalismo, el que será superado por sus mismas lógicas de eficiencia en el uso de los recursos, dando paso a una nueva economía basada en la colaboración y en la abundancia. Ahora bien, es saludable pensar en pronósticos optimistas respecto al curso de nuestra historia como humanidad, pero también es necesario evidenciar que los postulados del autor son resoluciones sin sustentos generalizables para asumir un cambio en el sistema económico a través de un surco natural proveniente de las propias contradicciones del sistema actual.

Desafíos para alcanzar el Procomún Colaborativo

Asumir que el desarrollo de las tecnologías tendría un cauce recto en pos de la optimización del uso de los factores productivos es una afirmación arriesgada, pues nuestra era es protagonista de un fenómeno sin precedentes, del cual aún no se pueden reconocer sus efectos a largo plazo. Este fenómeno es la inteligencia artificial, la cual tiene por fin último “sobrepasar sin medida conocida el poder cerebral y cognitivo humano en ciertas tareas específicas” (Sadin, 2019, p. 143). Los procesos de autoaprendizaje de los sistemas artificiales, motivados en el mejoramiento de la competencia de las máquinas según su rango experiencial, han penetrado sustantivamente y en aumento en los asuntos de deliberación humana, lo que Rifkin reflexiona acríticamente. 

Schwab es otro autor que también apunta que con esta cuarta revolución industrial, se alcanzará un procomún colaborativo. Sin embargo, toma una postura más precavida y anuncia los retos que nos enfrentamos para alcanzar dichos beneficios. Los desafíos se encontrarán del lado del proveedor, serán beneficiados aquellos que poseen el capital intelectual o físico, por tanto, la concentración de los beneficios y del valor será en un porcentaje pequeño de personas, y que se verá agravado por el efecto plataforma, que consiste en que organizaciones digitales crean redes que conectan a compradores y vendedores para disfrutar así rendimientos crecientes a escala (Schawb, 2017). Lo anterior es peligroso, ya que se concentrará el valor y el poder en pocas manos, lo cual no dista significativamente de la situación capitalista liberal actual. Otro desafío que observa Schwab (2017), sería que se necesita asegurar un conjunto de valores comunes para tomar decisiones políticas correctas que impulsen este movimiento, lo cual a priori, basado en un modelo de competencia, es difícil pensar

Actualmente estamos viviendo un proceso de expasión de la digitalización de nuestras vidas a una velocidad formidable. En ese sentido, Paul Preciado en una columna para El País (2020), plantea la idea de que el cuerpo vivo es el objeto central de toda política, por lo que si bien también apunta a formas estructurales de cooperación planetaria, esto sería a través de la reapropiación crítica de las técnicas biopolíticas, es decir, cambiando la relación de nuestros cuerpos con las máquinas de biovigilancia que imponen los gobiernos y las empresas, y que se han intensificado en el marco de la actual pandemia mundial. Lo anterior hace que el cuerpo orgánico se oculte tras prótesis cibernéticas que le sirven de máscaras (Facebook, correo electrónico, Instagram), por lo que deja de ser un agente físico y se convierte en un consumidor digital, un teleproductor, un código. En otras palabras, el autor pone en la mesa la necesidad de pensar de forma crítica las tecnologías de biovigilancia que se están utilizando, especialmente aquellos que manejan la biovigilancia, con el fin de desbanalizar las posibles acciones que podrían cometer quienes poseen las bases de datos que genera la biovigilancia.

Esta postura crítica a las técnicas biopolíticas y a las tecnologías de biovigilancia, son necesarias, sin embargo, solemos incorporar estas tecnologías independiente de la información que le proveemos a los dueños de las tecnologías. La vivencia acrítica del desarrollo de las tecnologías no solo nos incentivan al consumo, además permite caracterizarnos, mantenernos vigilados y cada vez más sometidos a las condiciones de los poderes hegemónicos de la red: en oriente los gobiernos, en occidente las empresas. 

 

A modo de conclusión, podemos pensar que si bien es real que las tecnologías tienden a disminuir sus precios y cada vez más accedamos como consumidores a aquellas, no existe la evidencia suficiente para que la iniciativa del procomún colaborativo se esté masificando a tal punto de transformar la estructura, que es el ánimo de Rifkin, pues creemos que esta colaboración será fundamentalmente en términos económicos de iniciativas perifericas. Junto a esto, autores como Schwab, Preciado y Han están poniendo el acento en el curso que está tomando el desarrollo de las tecnologías y en el uso de la compilación de datos que ésta propiciaría, lo que estaría bastante lejos de apalear el sistema económico capitalista. Con esto, no negamos que hayan iniciativas que sí practican el procomún colaborativo, pero pensar que estas tengan una incidencia a nivel planetario, es decir, a transformar la estructura superando al menos esos riesgos que mencionamos, no parece realista, siendo los resultados de la COP25 un claro ejemplo de que la sostenibilidad no va a poder darse espacio en las lógicas productivas actuales sin un cambio sustantivo a los modelos económicos. 

 

Bibliografía
  • Fernández, R. (2011) EL ANTROPOCENO La expansión del capitalismo global choca con la biosfera. Virus editorial.
  • Rifkin, J. (2014). La sociedad de coste marginal cero. El Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo. Quinta parte (Caps. 15 y 16) y Epílogo. Buenos Aires: Paidós.
  • Sadin, E. (2019). La inteligencia artificial: el superyódel siglo XXI. Revista Nueva Sociedad Nº 279. Buenos Aires Argentina.
  • Schwab, K. (2017). La Cuarta Revolución Industrial. Introducción (p. 5) y Capítulo 1 (p. 9-15) Barcelona: Debate.

8 comments

  1. Hola Daniela y Macarena, agudo examen y análisis realizan sobre las tecnologías y el procomún colaborativo, es probable que Sloterdijk hubiese sido un cable a tierra en esta reflexión, al igual que Hidalgo, quien expone de manera sistemática cómo se aprende colectivamente, lo cual nos daría una perspectiva interesante sobre la sociedad digital. Al igual que ustedes creo que el concepto de Rifkin no es factible en términos de un nuevo paradigma socioeconómico para el mundo, sin embargo, sí creo que pueden producirse muchos procomunes colaborativos en una larga cola, las que, sumadas, generan un impacto no menor. De hecho, el propio autor no anticipa el fin del capitalismo sino que más bien una menor participación en la economía, producto del auge del colaboratismo. Pero el libre mercado seguiría existiendo, operando como hardware del intercambio global (cuya fisonomía sabemos que no será la misma por efecto de la pandemia). ¿No han pensado en torno a un procomún colaborativo forzado, es decir, que operaría por efecto de una gran crisis económica global? ¿No sería el procomún colaborativo una salida de subsistencia? ¿Podría ser la crisis económica un driver para el colaboratismo? Ese fenómeno podría ser un golpe de timón no menor al estado del arte de la discusión

    1. Hola profesor, a la luz de la disyuntiva respecto a si el autor apunta con sus reflexiones a un nuevo orden económico mundial o no, con Macarena tuvimos una extensa conversación al respecto, de la cual pudimos concluir que efectivamente Rifkin si apela a la subversión, paulatina y lineal, del Procomún Colaborativo por sobre el capitalismo. Ejemplo de lo anterior es una nota de prensa de Expansión …… donde el autor expone que serán las contradicciones del capitalismo las que harán surgir el nuevo paradigma económico.
      Respecto a sus preguntas, es una realidad innegable que la pandemia nos ha forzado a vivir de una forma distinta la que estábamos acostumbradas y claro está que este nuevo escenario, sin precedentes en lo contemporáneo a tamaña escala, tendrá profundas consecuencias en términos económicos. El panorama es aún líquido para precipitarnos a pensar en la forma en que mutará el modelo económico, al menos si lo pensamos desde sus dudas respecto al vuelco que se podría dar hacia el procomún colaborativo gracias a la irrupción de una crisis sanitaria. No obstante, gobiernos precavidos como el nuestro, sin importar la incertidumbre del panorama, han impuesto leyes en el marco de esta catástrofe que apuntan a la protección del gran empresariado, dejando a miles de trabajadoras/es sin sus ingresos salariales, fomentando la sensación de inseguridad y acrecentando si mucho reparo la precariedad. En esa línea, iniciativas como el ejemplo recién dado nos hacen reafirmar la idea que quienes nos gobiernan no lo hacen bajo el alero del colaboratismo, sino que en función de los mismos intereses que han profundizado por años este sistema económico hasta el punto de hacer insostenible la vida en la tierra. Por lo tanto, es difícil considerar que iniciativas a pequeña escala como el procomún colaborativo (aunque se analice en términos agregados) van a generar un impacto significativo en la economía, cuando las elites están dispuestas a impulsar leyes tan grotescas como la ley de protección al empleo para evadir los costos de la crisis sanitaria y, así, mantener a toda costa su poder.

  2. Hola! Interesante el post, sobre todo si uno logra posicionarse en el camino a la llegada de la cuarta revolución. La necesidad de 3 planetas tierra para solventar la forma de vida de la población mundial en unos años más supone un vasto desafío. Esto debido a que esta carga constituye, en cantidades considerables, a una producción que no se dirige precisamente a necesidades inherentes del ser humano. Esto se debe mirar de una lógica de la “vida optima”, donde finalmente el modelo económico imperante promueve un estilo de vida al cual se abstiene mientras dispone de elementos de consumo. Gran parte de lo que se produce bajo la lógica imperante del capitalismo son bienes descartables, objetos que cumplen necesidades artificiales, y sobre los cuales no se tiene una duración prolongada.

    Sobre esta consideración se hace relevante preguntar por la lógica del común deliberativo dentro de esta revolución industrial. Las tecnologías tienen a disminuir los precios y alientar su acceso, pero eso no siempre significa que esto contribuirá a mejorar las condiciones de los consumidores. Al mirarlo desde la lógica capitalista actual, parece incluso que los proovedores proporcionan y venden lo que el mercado le permite. Se induce a un pensamiento de consumo constante, donde incluso existe un fenómeno de prestamos para ir por sobre el consumo que se podría realizar conforme los ingresos que se generan. Una suerte de “el mayor consumo posible”, por lo que en este caso especifico me asusta el estar frente a la disposición de una herramienta como la IA . ¿Está permitirá enfocar un consumo mesurado que considera la limitación de los recursos existente?

    Mi pronostico también es pesimista, pero creo pertinente la consideración de un factor de condición de vida prudente. En donde las lógicas de consumo apunten a un enfoque social. ¿Se podrán enfocar los esfuerzos de esta revolución de IA, o esta se desarrollará conforme el sistema imperante indique? El futuro es sin duda un elemento a tener presente, pero creo necesario considerar el camino que se tomará para llegar a este, y ver nuestra injerencia sobre estas externalidades. Muchas gracias!

    1. Hola Daniel,
      nosotras tenemos un pensamiento muy similar a lo que expones en cuanto a que nos incentivan a un mayor consumo. Esta afirmación la exponemos cuando decimos ” La vivencia acrítica del desarrollo de las tecnologías no solo nos incentivan al consumo, además permite caracterizarnos, mantenernos vigilados y cada vez más sometidos a las condiciones de los poderes hegemónicos de la red”. Es por esto que planteamos que hay una necesidad de cambiar la forma de gobernar, de establecerles límites a los proveedores, sobretodo a las grandes empresas, si no seguirán siendo concentrado el valor y los beneficios en pocas manos, y a su vez, esto se vería agravado por el efecto plataforma que mencionamos. Además, que suelen estar en desmedro de las comunidades y sus trabajadores.
      Ahora con respecto a tu inquietud sobre si las IA nos ayudarán a enfocar un consumo mesurado que considera la limitación de los recursos existente, la verdad no lo tenemos claro, ya que es un fenómeno en completa expansión en esta cuarta revolución industrial, tanto en amplitud como en velocidad.
      Por otro lado, en relación a tu segunda consulta, si se podrá enfocar estos esfuerzos en la IA o si se desarrollará conforme al sistema imperante indique, consideramos más probable que se desarrolle conforme al sistema operante porque ni en estas situaciones de tragedia ha primado el bienestar de las personas por sobre el “bienestar económico”. Un ejemplo de esto es la negación al proyecto de la extensión del pre y post natal en esta situación de emergencia ……

  3. Creo muy relevante los temas que se plantean en su texto. En primer lugar, me gustó y me llamo mucho la atención el término que ocupan sobre las “máscaras digitales” y la transformación propia hacia un código. Ayer, en el contexto del “BlackOutTuesday” leí una crítica que resuena mucho con el termino de “máscaras”, llamaban una el compartir estas fotos negras en sus perfiles una performance en las redes sociales.
    En este sentido creo muy importante preguntarse y analizar, y el ejemplo de las movilizaciones en contra de las discriminaciones raciales podría funcionar bastante bien, las motivaciones de las personas al compartir contenido relacionado a una causa especifica. Preguntarse si hay una genuina movilización, en la cual me involucro, me informo, actúo), una especie de copia al que tengo al lado sin saber ni interesarme al respecto, o una suma de ambas, de que me movilizo lo mínimo para que la gente sepa que los apoyo, pero que no haré mucho más al respecto.
    En segundo lugar, el tema que se plantea en un principio, sobre lo insostenible que es el sobreconsumo de recursos naturales y el cambio que se tiene que generar, es de suma importancia. Juan Escámez, en su artículo sobre la educación de los DDHH de tercera generación, plantea que el cuidado al medio ambiente tiene la solidaridad como valor principal. En torno a esto, pone en la mesa en como quienes se ven más afectados por los cambios climáticos son los países más pobres. Y culpa en parte a los países más desarrollados por imponer conductas de alto consumo que son inviables para el planeta y para los países en vías de desarrollo.
    Creo que el procomún colaborativo puede surgir en cuanto las personas aprendamos a generar conversaciones en torno a estos temas que lleven a acciones concretas, a generar cambios en nuestro estilo de vida y que estos temas no queden simplemente en una publicación en Instagram o Twitter.

    1. Hola Ignacia, creo que el ejemplo que das es muy bueno para esto que Preciado denomina como máscaras o estas prótesis cibernéticas. Finalmente como hemos conversado en clases, el término empatía y sus implicancias, ha sido incorporado por este modelo capitalista y lo ha malversado, como en el ejemplo que se da, donde las personas pueden en un acto de declaración identificarse como antiracistas pero sus prácticas no son acompañadas de sus diálogos.
      En tu segundo punto, con Daniela quisimos poner el ejemplo de la COP25, donde si bien muchos países y naciones se suscribieron a acuerdos mínimos para reducir las emisiones de carbono que incrementan el efecto invernadero (que aumenta la temperatura en el mundo), este acuerdo no fue firmado por aquellos países que sí realizan una mayor cantidad de estas emisiones, como lo son EEUU, China e India, que entre los 3, suman el 50% del total de este tipo de contaminación.
      Si bien es necesario establecer diálogos entorno a estos temas, y que se ha manifestado en las demandas sociales, estas no han sido acogidas por quienes tienen el dominio político-económico, por tanto, nuestra intención más que centrar la discusión en generar estos diálogos, es centrarla en el cambio de modelo económico que ha sido estancado por el sistema político.

  4. Me pregunto Daniela y Macarena, qué sistema social y económico sería una alternativa al capitalismo salvaje actual. ¿Un socialismo 2.0? En la entrevista citada -no la leí completa-, Rifkin iría más allá de la moderación con que afirma que el capitalismo no será reemplazado por el colaboratismo sino que perdería cuota. Hay que revisar ese punto.

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