El imperativo por un vuelco onto(eco)lógico

Por: Isabel Guzmán, Paulo Adrián y Enriqueta Larrain

El desarrollo de la sociedad digital está llegando a un nivel sin precedentes, y junto a sus promesas de interconectividad salvíficas, han proliferado los estudios que muestran sus amplias consecuencias, debido a su impacto en términos energéticos y el consumo enorme de recursos planetarios que conlleva. Así, el artículo “El embrujo de la Tecno-fetichización, propone una pregunta que vale la pena retomar: ¿Cuál es el costo que conlleva abrazar acríticamente el desarrollo de la técnica y la digitalización?  

Esta pregunta podría considerarse incluso irónica en tiempos de pandemia, en tanto, en este contexto de distanciamiento social, nos vemos en muchos casos forzados a acudir al desarrollo técnico, específicamente a lo digital, para poder continuar con nuestras actividades más importantes (de otra manera, por ejemplo, la escritura de este artículo sería imposible).

Empero, al hacer un análisis más amplio de la situación actual, es posible observar esta crisis sanitaria como un claro costo del desarrollo técnico en la época moderna y la alteración ecosistémica que produjo. En este sentido, Jeremy Rifkin sostuvo en una reciente entrevista a la BBC que la pandemia del COVID-19 se deriva del cambio climático, propulsado por una explotación de recursos naturales en pos de desarrollo técnico. Y no es el único. Diversas agrupaciones medioambientales, incluidas algunas en nuestro país, han respaldado la idea de que la crisis sanitaria que estamos viviendo tiene su origen en el abuso de la naturaleza y la alteración de los ecosistemas. El coronavirus parece ser otro argumento (bastante urgente) para insistir en la reflexión sobre las consecuencias del desarrollo técnico, sus riesgos y límites. 

Hoy, queremos profundizar en esta pregunta, planteando reflexiones hacia nuevas maneras de concebir y ejercer la técnica. Para así, poder encontrar herramientas que puedan conciliar el desarrollo de la digitalización con el desarrollo pleno del planeta y la humanidad. Ahora bien, la técnica acá no es entendida como un set de herramientas, sino que designa el modo en que nos confrontamos con la naturaleza y el modo en que des-ocultamos la esencia de las cosas en ésta (Heidegger, 1958). 

La primera pregunta que parece interesante introducir es si “toda técnica” es igual en términos de sus consecuencias antropológicas y ecológicas. En esta línea, el filósofo alemán Peter Sloterdijk (2018) parece introducir un punto relevante al diferenciar dos tipos de técnica, según la relación que ejercen con la naturaleza en pos del desarrollo científico. La primera de ellas, la hetero-técnica, ha tenido una predominancia hegemónica en el mundo moderno. Ésta, es la concepción de técnica en donde el individuo, desde una ontología moderna, se relaciona con la naturaleza como un útil disponible, o un útil a-la-mano, y sólo se hace relevante en tanto se entiende como necesario para la subsistencia de la especie (Heidegger, 1958). De esta manera, la hetero-técnica, ha generado un modelo de desarrollo moderno basado en lo que Sloterdijk llama expresionismo cinético, presuponiendo que la tierra tiene recursos ilimitados para entregarnos, y al mismo tiempo, tiene capacidad para eliminar nuestros desechos. 

Sin embargo, existe otro tipo de técnica llamada homo-técnica que, en vez de explotar y violentar la naturaleza, la observa e imita sus principios naturales para así generar una nueva forma de desarrollo tecnológico. Así, la técnica se observa cómo colaboración con el planeta. Al respecto, Sloterdijk (2018) sostiene que “en el camino de coproducción entre naturaleza y técnica, (la Tierra) podría convertirse en un planeta híbrido en el que fuera posible más de lo que creen los geólogos conservadores” (p. 22). De esta manera, en medio de una crisis ecosocial evidente, la homo-técnica se erige como una opción viable y sostenible en el tiempo. Es más, en los últimos años, han emergido movimientos intelectuales, científicos y activistas que plantean que el giro necesario para un mundo “sustentable” y “regenerativo” es entender los lenguajes de la naturaleza porque de hecho, somos naturaleza. Un ejemplo de esto, son las discusiones que se han dado desde la micología. 

La micología es el estudio del reino fungi, el cual es un reino independiente del animal y vegetal. Esta ciencia (muy impulsada por aficionados/as por lo demás) ha puesto en la palestra que hay un arquetipo común entre muchas de las estructuras de la naturaleza. Son muy similares las formas de nuestras redes neuronales, de las galaxias, los huracanes, la red micorrízica que recorre toda la Tierra, y cómo no, las redes de internet. ¿Qué nos tiene que decir este lenguaje de la naturaleza? Junto con ésto, se ha empezado a estudiar los múltiples usos y beneficios que tiene el reino fungi para la salud planetaria (humanos y no humanos): los hongos en sus múltiples expresiones (apenas se conoce un 10% de este reino) son capaces, entre otras cosas, de: descomponer materiales contaminantes del suelo, captar y almacenar carbono, controlar plagas y generar cambios neurofisiológicos en el cerebro – siendo una solución prometedora para problemáticas de salud mental. En esta línea, Paul Stamets, micólogo aficionado y científico a la vez, plantea que esta era podría ser llamada “biotecnológica”,  con énfasis en las bondades de la mico tecnología para la regeneración Planetaria. De hecho, en uno de sus libros recolecta evidencias en curso sobre la posibilidad real de programar micelios (que son redes de hifas, una de las partes de los hongo) para captar información medioambiental subterránea, o bien, conectar hongos y bacterias a computadores para medir poblaciones biológicas, detectar niveles de Ph y nutrientes esenciales (Stamets, 2005).

Más allá de las bondades que pueden tener los hongos, la micología nos demuestra un excelente y muy gráfico ejemplo de cómo la naturaleza nos entrega principios de funcionamiento (como la actividad en redes) que la ciencia y técnica deben reconocer en otros ámbitos. Este escenario de futuro emergente parece resonar bastante con la idea de antropósfera delineada por Peter Haff y otros (Lynn Margulis, James Lovelock), el cual remite a un escenario deseable donde las actividades humanas guardan una relación simbiótica y sinérgica con la biósfera en su totalidad.

Lo anterior plantea entonces un cambio en la manera de relacionarnos con la naturaleza, esto es, un cambio radical en la técnica. Sin embargo, sabemos que esto es insuficiente en el contexto actual: junto con un cambio en el sentido del desarrollo técnico, es imperativo un cambio en el desarrollo cultural o espiritual. Autores como Rifkin, han propuesto la necesidad de que la lógica de la colaboración penetre también las relaciones entre nosotros, los seres humanos. Este autor sostiene que tras la crisis económica de 2008 hubo un cambio de valores amparado en el paradigma colaborativo. Pero para que este cambio sea trascendente, es necesaria “una revolución de la conciencia humana” (Rifkin, 2014, p. 365). Con esto, cabe preguntarse hoy, ¿cómo repercutirá esta crisis sanitaria-económica del COVID en términos de valores y visiones de mundo? ¿Seré este momento histórica un impulso crucial para el cambio de paradigma? 

El cambio en el modelo civilizatorio demanda que la colaboración se instale en nuestra relación con la naturaleza, a través de la homo-técnica, y en nuestras relaciones interpersonales”

De esta manera, es posible hacer una lectura complementaria de Rifkin y Sloterdijk: el cambio en el modelo civilizatorio demanda que la colaboración se instale en nuestra relación con la naturaleza, a través de la homo-técnica, y en nuestras relaciones interpersonales. Solo así podremos iniciar un New Green Deal (Rifkin, 2020) que le de a nuestra existencia una proyección en el largo plazo. Ahora bien, los cambios sustanciales como éste, no se genera del día a la mañana, sino que están sucediendo y es clave consolidarlos de manera estratégica. 

Otto Scharmer (2007) afirma que para crear un futuro de mayores y nuevas posibilidades, nuestra época requiere de crear una nueva capacidad de liderazgo colectivo. Este nuevo carácter implica concentrarse intencional y estratégicamente en el desplazamiento del espacio en que los líderes operan, para dejar de actuar desde las condiciones materiales del presente -que instantáneamente se vuelven pasado- para así comenzar a operar desde un espacio futuro con las posibilidades que están emergiendo. Para Scharmer, en pos de una transformación social, el líder no sólo debe preguntarse por qué quiere lograr y por cómo quiere hacerlo, sino que también desde quiénes va a lograrlo (Scharmer, 2007). 

Ahora bien, si el propósito es liderar un cambio hacia un mundo digital homo-técnico y regenerativo, ¿quiénes serán los actores estratégicos en este espacio futuro? No requiere mucho análisis para llegar a la respuesta correcta: los/as jóvenes, pues los niños/as y adolescentes representan 1 de cada 3 usuarios conectados a internet, y son ellos el grupo de edad más conectado (UNICEF, 2017). En este sentido, serán ellos/as los que consolidarán el futuro de la digitalización, y si se quiere lograr enfrentar el avance tecnológico de manera más consciente, la creación de una nueva capacidad de coordinación colectiva desde una visión homo-técnica deberá concentrarse en los jóvenes. 

No obstante, una segunda pregunta que surge para reflexionar es, ¿cómo potenciamos todo este escenario emergente, donde la homo-técnica y valores regenerativos son el camino? En este sentido, Hidalgo (2017) presenta las ventajas de las sociedades de alta confianza, ya que facilitan la formación de grandes redes reduciendo los costos de transacción. Y viceversa, la generación de redes facilita la generación de confianza. Este mecanismo dice, favorece la acumulación de conocimiento abierto e innovación tecnológica. De esta manera, se puede visualizar cómo una educación abierta y colaborativa (¡en su amplio sentido!) puede acelerar el proceso de creación de técnicas homotéticas con la naturaleza. Más aún, no solo técnicas sino que también conciencias y valores de corte biosféricas. 

Es necesario, mediante la educación sentar nuevas bases ontológicas en torno a la relación entre individuo y naturaleza, y entre nosotros como humanidad, ya que estas tienen consecuencias prácticas y directas en todos el quehacerhumano. Sólo a través del reemplazo del dualismo moderno individuo-naturaleza en el imaginario de la técnica, por una narrativa de cooperación, imitación/mimesis y vinculación del ser humano con su entorno natural, se podrá generar un cambio en las consecuencias macro y microeconómicas, definitorias en el momento de crisis ecosistémica actual. El mejor aporte que podemos hacer como humanidad en esta Tierra es ampliar nuestra conciencia para restaurar la relación que guardamos con ella. 

Bibliografía 

Heidegger, M. (1958). La pregunta por la técnica. Revista de Filosofía, 5(1), 55-79.

Hidalgo, C. (2017). El triunfo de la información.  La evolución del orden: de los átomos a las economías.Capítulos 8 y 12. Barcelona: PenguinRandomHouseGrupo Editorial.

Rifkin, J. (2014). La sociedad de coste marginal  cero. El Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo. Quinta parte (Caps. 15 y 16) y Epílogo. Buenos Aires: Paidós.

Rifkin, J.  (2020). Coronavirus: entrevista a Jeremy Rifkin. BBC News. Recuperado en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52411543

Scharmer, C. O. (2007). Theory U: Leading the Future at it Emerges. Cambridge, MA: The Society for Organizational Learning. Inc.(SoL).

Sloterdijk, P. (2018). ¿Qué sucedió en el Siglo XX?. Capítulos 1 y 4. Madrid: Ediciones Siruela.

Stamets, P. (2005). Mycelium running : how mushrooms can help save the world. Berkeley, California : Ten Speed Press. 

Unicef. (2017). Estado mundial de la infancia 2017. Niños en un mundo digital. Recuperado de: https://www.unicef.org/paraguay/spanish/UN0150440.pdf

By Enriqueta Larraín

Estudiante de Sociología. Interesada en estudios filosóficos, fenomenología, estética y gestión cultural.

7 comments

  1. Paulo, Enriqueta e Isabel, es muy interesante que hayan traído a la clase conceptos que por demarcación científica provienen de la biología. Las propiedades de los hongos son sorprendentes y para muchos desconocidas, servirían para corregir muchos aspectos de la crisis ambiental y civilizatoria en la que estamos. Me pregunto si una narrativa transdisciplinar, ética y sistémica, que ponga el foco en tecnologías regenerativas, que al imitar a la naturaleza cambian su ontología y por tanto reparan daño, sería posible en el contexto de la cuarta revolución industrial. ¿Qué piensan ustedes? ¿Qué habría que hacer para instalar estas narrativas? Por otro lado, ustedes afirman que “No requiere mucho análisis para llegar a la respuesta correcta” que serán los jóvenes quienes impulsarán estos cambios. En este sentido, les pregunto ¿cómo se compatibiliza la radicalización de la digitalización -liderada por jóvenes- con la formación de una conciencia homo-técnica? ¿No es acaso Internet una maquinaria invisible que prolonga la ecuación productiva de los combustibles fósiles? ¿Cómo ven ese punto? Gracias por la sensiblidad estética que reflejan en su artículo, traen la textura del cruce entre Arte y Ciencia, artistas que trabajan con científicos y científicos que trabajan con artistas. La artista de nuevos medios Carolina Pino tiene obra en relación al reino fungi, para que la consideren en sus registros.

    1. Respondiendo a su primera interrogante, sobre si es posible hacer esta transición en la cuarta revolución industrial, le decimos que totalmente sí. Desde nuestra perspectiva, la clave es apostar por invertir en tecnologías homotécnicas y en educación transdiscplinar enfocada en la reflexión y soluciones para los desafíos socioeconómicos actuales. Como decimos en el post, es fundamental cambiar la educación de manera profunda para cambiar la narrativa, y cuando decimos educación, no nos referimos sólo a la formal, sino también a la que podrían impartir empresas, colectivos territoriales e incluso las mismas familias. Además, es algo que ya está pasando, es cosa de mirar la gran cantidad de movimientos de ecología profunda, modelos de Nuevas Economías que están emergiendo con fuerza (Economía Circular, Economía Azul, Verde, Regenerativa, etc), el auge de la educación al aire libre, entre otros.
      En cuanto a la segunda pregunta, creemos que esta compatibilización es posible en primer lugar, gracias a la interconectividad de información, por tanto, se podría decir que educación. En un sólo día, casi todo el globo puede escuchar y ver una charla, un discurso de líderes influyentes en esta materia. La misma educación en escala de masas podría permitir romper la ecuación productiva de los combustibles fósiles, al fomentar nuevos tipos de energía como son los city trees y en general con lo que se llaman las soluciones basadas en la naturaleza. Creemos que el cambio de conciencia hacia una biósférica podría gatillarse también por el Internet, cursos online gratuitos o no.
      Finalmente, creemos un buen complemento para responder esto una entrevista de Rifkin, en donde explica por qué él le tiene tanta fe a las nuevas generaciones. Paulo, Enriqueta e Isabel.

      1. Primero quiero felicitarlxs por el artículo. Logran traer nuevas imágenes y palabras acerca de una nueva relación con la naturaleza que autores como Sloterdijk y Shwab (y muchos otros) argumentan que necesitamos con urgencia, que son pertinentes y convincentes.

        Me gustaría, no obstante, reiterar poniendo de otra forma la problemática que plantea el profesor, ¿podrá esta nueva “narrativa”, llamemosla “cultura regenerativa”, instalarse como la nueva relación del humano con la naturaleza? Como bien dicen, las nuevas tecnologías y las nuevas generaciones hacen tal posibilidad factible; además estoy de acuerdo que es de necesidad si no queremos autodestruirnos. Pero, ¿será suficiente un programa de educación? Me quedan mis dudas en el sentido de que podría tardar mucho, simplemente no “convencer”, o ser superado por problemas de efectividad, etc.
        A mi juicio, creo que es necesario que este tipo de valores sean rápidamente traspasados a la institucionalidad al mismo tiempo que darle la capacidad de ejercer este nuevo tipo de “técnica”. A este respecto, creo que hay un tipo de organización política compatible con ella y los valores democráticos que me gustaría compartirles. Los sistemas auto-organizativos. Les dejaré un video que lo explica mejor, pero básicamente es una forma de organización social inspirado el los sistemas autoregenerstivos de la naturaleza. Presionar por este tipo de instituciones que necesitan confianza, valores comunes, flexibilidad y racionalidad, me parece necesario para poder instalar una relacion “homotética” con la naturaleza.

        https://youtu.be/v-g6pRxkwUI

        1. Estimado Clemente
          Muchas gracias por tu comentario. Evidentemente los cambios culturales no son fáciles ni rápidos, y el propuesto no es una excepción. Vimos el video, y nos parece que va muy en línea con nuestro artículo: si bien nosotros nos concentramos en la técnica, tu insumo parece un buen correlato a nivel institucional, organizacional y político, y nos parece un buen complemento abordar el cambio desde esa dimensión. Eso si, hay que tener cuidado con las expectativas que uno tiene. En principio se puede pensar que el traspaso rápido de estos valores a la manera de organizarnos podría tener un rápido efecto social, sin embargo, hay muchos ejemplos de cambios institucionales acelerados que, al no ser coherentes con el pensamiento de las personas, quedan muy bien en el papel, pero no logran un efecto en la realidad (el sociólogo Alejandro Portes ha hecho mayores estudios sobre este tipo de cambios institucionales en América Latina). Ahí volvemos a la educación, a la transformación de las conciencias como presupuesto básico de cualquier cosa.
          Volviendo al video que nos dejas, creemos que se relaciona mucho con la sociocracia, forma de organización que se esta aplicando en algunas instituciones y gobiernos en la actualidad.
          ¡Saludos!
          Isabel, Enriqueta y Paulo

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