La nueva forma de pensar el Antropoceno desde la abundancia

El antropoceno incompatible con lo no humano

Dado el contexto histórico en el que nos encontramos, donde el avance tecnológico toma un puesto protagónico en la sociedad y su funcionamiento, es relevante cuestionar las bases sobre las cuales se instala y desarrolla la llamada cuarta revolución industrial. Para ésto, podemos de hablar del antropoceno, entendido como la influencia humana en el desarrollo de la “historia de la Tierra”, lo cual implica la preocupación por la convivencia de los habitantes de la Tierra, tanto en forma humana como no humana (Sloterdijk, 2018). En la modernidad, afirma Sloterdijk (2018), todo este proceso se llevó desde la ignorancia humana de sus propios actos en el planeta: “para ellos la naturaleza representaba un exterior infinitamente superior, y por ello también ilimitadamente sufrido, que absorbía todas las descargas humanas e ignoraba toda explotación” (Sloterdijk, 2018, p.16). Con esto, el autor afirma que la gran problemática es que la modernidad se ha basado en la “emisión”, donde la acción de la humanidad en el planeta se ve como un efecto colateral. Sin embargo, impera avanzar a la “misión” donde se transforme esta ignorancia en un proyecto concreto en la humanidad, conforme al antropoceno. (Sloterdijk, 2018).

El problema es el uso de la tecnología, no la tecnología misma

Desde la modernidad, la tecnología ha tenido un avance significativo a través de las revoluciones industriales, lo que paradójicamente ha ido a la par del avance en el cambio climático que ha hecho cada vez menos plausible la existencia de vida humana en la Tierra. Esto ya llegó a un punto límite, en el cual nos vemos obligadxs a cuestionarnos al respecto de la forma en que estamos viviendo en este planeta. Llegamos a una pugna entre dos perspectivas donde, por un lado, está el progreso y el desarrollo a través de las políticas expansionistas que han primado en las sociedades modernas y, por otro, está el minimalismo, que emerge en respuesta a las consecuencias que ha tenido esta visión desarrollista de la humanidad (Sloterdijk, 2018). En ambas posiciones, la tecnología juega un rol importante. No hay que confundir lo uno como pro-avance tecnológico y lo otro como lo contrario a éste, sino que más que cuestionarnos el avance o regreso de la manera en que se está implementando la tecnología en la sociedad, el cuestionamiento es al fundamento que hay detrás del uso tecnológico moderno. Entonces, nos situamos en el contexto de la promesa del progreso y desarrollo que han llevado las revoluciones industriales en la modernidad, para cuestionar esta misma y analizar el rol que debe jugar la tecnología en esta situación. 

Un enfoque en la abundancia

De esta manera, las mismas tecnologías son las que nos han permitido cuestionar las bases que han sustentado su uso en el mundo. Lo clave no es enfocar el análisis y la crítica en las tecnologías mismas, sino en el marco en el que se insertan, los objetivos que cumplen. Por esta razón, la discusión se debe centrar los principios ideológicos de nuestra sociedad, la forma en que abordamos los diferentes problemas: todos los problemas, en el sistema capitalista, se entienden como escasez. Abbott (2016) explica que el enfoque en la escasez en teoría social y política surge en el S.XVIII a partir del desarrollo de una teoría económica que traduce los problemas en problemas de escasez. Es decir, que históricamente se ha situado el análisis de diversas temáticas sociales en la falta de algo, más que en el exceso de algo. Desde esta perspectiva se construyó un sistema económico que se fundamenta en la escasez de bienes y servicios, un sistema que ha pasado a colonizar todas las áreas de nuestra vida; hoy en día, el capitalismo es más que un sistema económico, representa un sistema social, político e ideológico. 

Rifkin (2014) explica que, en un contexto donde las innovaciones tecnológicas están permitiendo nuevos niveles de productividad y eficiencia, los costos marginales de los bienes y servicios se acerca cada vez más a cero. El escenario de costos marginales cero es básicamente el fin del capitalismo como lo conocemos. Sin costos marginales, los bienes y servicios dejan de tener ese valor adicional y, por lo tanto, no tienen precio, son prácticamente gratuitos. Cuando esto sucede, el capitalismo pierde su justificación básica: la escasez. Según Rifkin (2014), el enfoque cambiaría a la abundancia, donde el valor del intercambio no significa nada, pues todo el mundo puede obtener lo que necesita a precio mínimo. 

El cambio de perspectiva a una basada en la abundancia o el exceso significa una reconstrucción profunda del sistema (Abbott, 2016). Por ejemplo, la pobreza pasaría a ser un caso de tener mucho de algo (malestar, preocupaciones, hambre) y el privilegio sería la escasez de formas problemáticas de exceso (Abbott, 2016). Un cambio en la forma de ver los problemas del mundo puede significar una revolución completa de nuestra forma de vida, poniendo fin o freno a la destrucción de nuestro planeta como describe Rifkin (2014). Un ejemplo de una problemática que puede ser solucionada por un enfoque en la abundancia es la crisis energética. 

Las energías sostenibles son abundantes

La crisis ambiental de la Tierra es abordado extensamente tanto por Sloterdijk (2018) y Rifikin (2014), donde el último asevera que los esfuerzos de la sociedad deben concentrarse el ámbito energético, sustituyendo los combustibles fósiles por energías renovables. Abbott (2016) cita a Bataille y su perspectiva más cósmica de la abundancia. Para Bataille, el planeta recibe más energía solar de la que es necesaria para mantener la vida. Este exceso sólo puede ser usado para el aumento de la vida en volumen y extensión; desde esta perspectiva, es solamente lógico pasar a un sistema energético solar. La energía solar es abundante, es excesiva, lo cual ha sido teorizado históricamente como un problema. Pero, desde una teoría de la abundancia, el sol representa una fuente inagotable de energía, la cual podemos aprovechar. En realidad, no se necesitaría mucha mayor innovación de la que ya hay y un área aproximadamente del tamaño de Francia que esté cubierta por paneles solares para satisfacer las necesidades energéticas de la  población mundial. Y si la energía eléctrica es abundante, entonces se vuelve más asequible económicamente y puede contribuir a reducir la brecha en acceso a electricidad. La energía no sería escasa, por lo que no tendría un precio de mercado. 

Cambiar nuestra forma de pensar

Lo anterior es un ejemplo de la manera en que la tecnología puede reenfocarse para una visión de desarrollo humano en la tierra en conjunto con lo no humano. Esto permite concluir que el pensar que todas las formas de avance tecnológico llevarán a un mejor bienestar social es ilusorio. Por lo tanto, hay que dotar de contenido, de “misión” en palabras de Sloterdijk (2018), a la manera en que se utilizará el conocimiento tecnológico para una convivencia en este planeta en conjunto con los seres humanos y no humanos. Rifkin (2014) afirma que ni la arquitectura del plan, ni los conocimientos tecnológicos para implementarlos servirán sin una revolución de la conciencia humana. Lo que la especie humana necesita con más urgencia para sobrevivir y prosperar es una manera nueva de vivir en la Tierra (Rifkin, 2014) es, finalmente, un cambio a nivel pensamiento. Es así como la suplementación de la teoría de la escasez, por la teoría de la abundancia, puede ser vista como un avance en este cambio ideológico. Un enfoque donde la tecnología sea utilizada para generar una forma de vida humana que no interfiera con el resto de vidas en el planeta. La creación de un antropoceno que no termine en una autodestrucción. Las tecnologías necesarias para realizar el cambio a una matriz energética solar, por ejemplo, ya existen, lo que hay que hacer es cambiar el enfoque y la perspectiva de análisi de los problemas del mundo.

 

Bibliografía:

Abbott, A. (2016). Processual sociology. Chicago, Ill.: University of Chicago Press.

Rifkin, J. (2014). La sociedad de coste marginal cero. El Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo. Quinta parte (Caps. 15 y 16) y Epílogo. Buenos Aires: Paidós.

Sloterdijk, P. (2018). ¿Qué sucedió en el Siglo XX?. Capítulos 1 (“El Antropoceno: ¿una situación procesal al margen de la historia de la Tierra?”) y 4 (“El mundo sincronizado. Aspectos filosóficos de la globalización”). Madrid: Ediciones Siruela.

3 comments

  1. Sofía y Francisca, la energía solar es tremendamente abundante al igual que las posibilidades de colaboración en un procomún planetario, sin embargo, si esta energía fuese utilizada para satisfacer las actuales necesidades de la tecnosfera (con más de 23 “esclavos energéticos” por persona), sin un criterio de autolimitación, estaríamos frente a un problema similar consistente en la conducción de los vatios necesarios a través de redes de distribución que generan igualmente impacto en la biósfera. Los actuales paneles solares contienen residuos complejos de eliminar y en este sentido, aún queda mucho por avanzar en materia medioambiental. Dicho de otro modo, no existe una energía 100% limpia, toda infraestructura deja una huella, el punto es cómo lograr que esta huella sea la menor posible, sin renunciar a los estándares civilizatorios alcanzados e integrando mecanismo radicales de colaboración horizontal entre usuarios. Y, desde la óptica del desarrollo sostenible, conseguir que los países postergados accedan también a una electricidad permanente y eficiente. El caso que ustedes citan es, como ustedes señalan, de carácter cósmico, ofreciendo de manera nítida el contraste entre escasez y abundancia. Pero, ¿tendrán otro ejemplo para compartir en relación a esto? ¿En qué otros casos podríamos ver cómo el foco de la escasez podría ser reemplazado por uno de la abundancia? Claramente estamos hablando de resistencia al cambio y mutación de paradigmas, sobre cómo remover mitos y creencias fuertemente enraizados en las redes de poder.

    1. ¡Hola Profesor!

      Reconociendo plenamente que no somos científicas ni expertas en temas de energía, la idea detrás del ejemplo planteado es demostrar que el reconocimiento de las energías renovables como abundantes, en lugar de escasas, puede llevar a un cambio fundamental en la forma en que producimos y pensamos la energía eléctrica que alimenta nuestras vidas. Sin embargo, es cierto lo que dice de que, como todo lo que hacemos, la energía solar en particular tiene su huella en nuestro planeta, dado que las baterías solares sí son tremendamente contaminantes.

      Ahora bien, la importancia que vemos nosotras en el cambio ideológico planteado en el blog es que, en primer lugar, se movería el enfoque a fuentes de energía que no se agoten, a ver el beneficio que tiene lo que sobra. El sistema capitalista no funciona en un contexto de abundancia, por lo que históricamente siempre se han pensado los problemas sociales, políticos y económicos desde la escasez de algo (Abbott, 2016). Un cambio ideológico de este tipo podría redirigir la atención de manera determinante a las fuentes de energía renovable, algo que hasta ahora ha sido limitado por falta de interés económico y de voluntad política: se trata de mantener todo estable y “productivo”.

      En respuesta a su pregunta, otro ejemplo sobre este tema es el de la asistencia alimentaria. Siguiendo con lo planteado por Rifkin (2014) de que parte de la crisis alimentaria se debe a una distribución desigual de calorías, autoras como Salonen (2018) y McGoey (2012) creen que la caridad y el asistencialismo, a gran escala, pueden ser entendidos como mecanismos que utiliza el capitalismo para lidiar con el exceso, redefiniéndolo para que no exista. El estudio de Salonen (2018) se enfocó en los bancos de comida en Australia, donde analiza la forma en que el exceso de comida de los grupos privilegiados se convierte en un recurso de ayuda. Para ella, la caridad es una respuesta a cómo lidiar con el desecho de manera moral, convirtiéndolo en un método de superación de la pobreza. La crítica que realiza Salonen (2018) no es a las personas que donan sino al sistema que, en lugar de redistribuir el exceso y disminuir la desigualdad, alimenta esta desigualdad al justificar moralmente el desecho.

      El punto fundamental del artículo de Salonen (2018) es que la asistencia caritativa siempre se asocia a conceptos como la pobreza, la insuficiencia y la escasez, pero la caridad solo es posible porque hay abundancia, porque hay algo que repartir. La abundancia es precondición de la asistencia. Por esta razón, desde un punto de vista enfocado en la abundancia, los esfuerzos de la sociedad y de nuestras instituciones se colocarían en la redistribución, pues se ve claramente que el problema es la distribución desigual, no la falta de producción de alimentos.

      McGoey (2012) por su lado toca este tema a gran escala, a partir del fenómeno llamado el filantrocapitalismo, la forma creativa en que el capitalismo justifica las crecientes desigualdades socioeconómicas y acumulación de riqueza a través de la acción caritativa. Bill Gates puede donar miles de millones de dólares porque tiene esa capacidad, por lo que se justifica su creciente fortuna y que haga caridad donde él estime conveniente. Sin querer extenderme mucho en este comentario, justo este es un tema que he estudiado anteriormente y que me gusta mucho, este último ejemplo demuestra que un cambio de enfoque a uno de la abundancia puede llegar a desmantelar incluso las justificaciones morales de la producción capitalista de hoy, una de las, sino la mayor, fuentes de destrucción de nuestro planeta actualmente.

      • McGoey, L. (2012). Philanthrocapitalism and its critics. Poetics, 40(2), 185-199. doi: 10.1016/j.poetic.2012.02.006
      • Salonen, A. (2018). Religion, poverty, and abundance. Palgrave Communications, 4(1). doi: 10.1057/s41599-018-0086-8

      1. Gracias por este comentario, muy completo. Prácticamente escribiste otro artículo. Hubiese sido ideal escuchar a las dos autoras del post en la réplica. El gran Nicanor Parra declamaba: “Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona”. Abundancia versus escasez = problema de redistribución. ¡Saludos!

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